Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

INVICTUS



Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte
Contemplando
Cómo se pasa la vida,
Cómo se viene la muerte
Tan callando:
Cuán presto se va el placer,
Cómo después de acordado
Da dolor,
Cómo á nuestro parecer
Cualquiera tiempo pasado
Fué mejor.

Y pues vemos lo presente
Cómo en un punto es ido
Y acabado,
Si juzgamos sabiamente,
Daremos lo no venido
Por pasado.
No se engañe nadie, nó,
Pensando que ha de durar
Lo que espera
Más que duró lo que vió,
Porque todo ha de pasar
Por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
Que van á dar en la mar,
Que es el morir;
Allí van los señoríos
Derechos á se acabar
Y consumir;
Allí los ríos caudales,
Allí los otros medianos
Y más chicos;
Allegados, son iguales
Los que viven por sus manos
Y los ricos.

Jorge Manrique